La fundación lleva 20 años en el país construyendo, habilitando y administrando espacios para que los padres permanezcan y descansen, mientras sus hijos están bajo tratamiento médico.
Seis son los hospitales nacionales que cuentan con esta infraestructura.
La familia, cuyo día internacional se celebra el 15 de mayo, es el núcleo fundamental de la sociedad. En ella las personas se apoyan para compartir sueños, frustraciones, crecer y desarrollarse con seguridad. Contar con ellos es fundamental, aún más cuando aparecen situaciones complejas como la enfermedad de un hijo.
Cuando un niño o niña está hospitalizado o bajo tratamiento médico, la presencia permanente de la familia ayuda a que los procedimientos sean más eficientes y que la recuperación física y emocional de los pequeños, más rápida e indolora. Sin embargo, este acompañamiento no es siempre una tarea fácil para los familiares, pues la falta de espacios para descansar o reponer fuerzas, afecta el día a día de madres y padres que pasan jornadas enteras en los pasillos del hospital.
Para suplir esa necesidad, la Fundación Ronald McDonald trabaja hace 20 años en Chile construyendo, habilitando y administrando Salas Familiares al interior de los hospitales, para acoger a padres que requieren descansar y permanecer, mientras sus hijos son tratados. En todo este tiempo, los espacios han acogido a un total de 300.000 niños y sus familias.
“La Fundación para la Infancia Ronald McDonald ha trabajado todo este tiempo por mantener a las familias unidas en situaciones críticas como la enfermedad de los niños. Nuestra aspiración es que, al disponer un espacio que permite mayor estabilidad a los papás, ellos puedan transmitir más tranquilidad a sus hijos y con eso, lograr que se recuperen más rápidamente”, comenta Rosario Lavandero, directora ejecutiva de la organización.
Esta mirada se basa en los positivos efectos que genera el acompañamiento hospitalario familiar en el tratamiento de los niños. Según datos del Centro Nacional de Información Biotecnológica de Estados Unidos (NCBI), se acorta el periodo de hospitalización cuando uno o ambos padres acompaña y duerme junto al hijo o hija en tratamiento. Además, con presencia permanente, disminuye el estrés emocional, el tratamiento recibido se vuelve más eficiente y los niños se tranquilizan frente a procedimientos dolorosos.